miércoles, 23 de noviembre de 2011

Hiperactividad en el Perro


Hay momentos en la vida de cada perro que presenta en un momento dado algún problema de hiperactividad, un ladrido excesivo o problemas destructivos, pero suele ser de poca importancia por lo que el dueño no se molesta en resolver dicho comportamiento.
            Pero hay momentos en que tal comportamiento sí causa problemas y hay que buscar una solución al problema.
            La hiperactividad con frecuencia es el resultado de una estimulación insuficiente. Cuando el perro no utiliza sus destrezas o no satisface sus necesidades de forma adecuada, es muy probable que reaccione de modo excesivo en la primera oportunidad que se le presente (Abrantes, 1997).
            Las causas posibles que provocan estos comportamientos incluye el aburrimiento, la ansiedad de separación, excitaciones producidas por interacciones entre perros, para provocar recompensas (atraer la atención del dueño, presencia del dueño, etc.), falta de una rutina, jerarquización y ejercicio físico en la vida del animal.
La hiperactividad también se debe, ocasionalmente a una enfermedad que recibe el nombre de hiperquinesis y aparentemente tiene varias similitudes con el denominado Déficit de Atención en las personas (una marcada falta de atención y de continuidad en las tareas, impulsividad, agresividad, etc.). La hiperquinesis es un trastorno infrecuente y se debe a una disfunción de las vías nerviosas dopaminérgicas del sistema límbico; además es muy probable que estos neurotransmisores, especialmente la serotonina y la noradrenalina estén también implicados en el problema. Frecuentemente son animales agresivos y no responden al adiestramiento (Manteca, 2003).
El tratamiento conductual para el problema de la hiperactividad (no provocada por hiperquinesis) es una serie de procedimientos como la extinción o los castigos.
La extinción es un procedimiento que elimina el comportamiento aprendido, siempre que podamos saber el factor que reforzó y mantuvo ó provoco el comportamiento.
El castigo puede resolver problemas aprendidos, heredados o casuales como el ladrido. No se le debe de castigar al perro con gritos o golpes, el castigo debe de ser impersonal (algo que no asocie con su dueño). Cuando se empiece a solucionar el problema, no se puede dejar que tenga la oportunidad de realizar la acción no deseada, ni una sola vez, sin recibir el castigo.
Para reducir en mayor nivel dicha hiperactividad hay que darle al perro una estimulación física adecuada a su raza y edad, establecer un plan de ejercicio programado y controlado para disminuir sus niveles de ansiedad así como una estimulación mental como lo es proporcionarle juguetes interactivos cuando el perro este solo (Pozuelos y Álvarez, 2007).
Ajustar una dieta al animal de acuerdo a su edad y actividad física, llevarlo a un adiestramiento en obediencia para poder tener control sobre el perro, controlar el juego en nuestra presencia, ignorar al perro si este busca continuamente la atención del propietario para no premiar su “mala” conducta y establecer una jerarquía son factores que pueden ayudar a controlar de manera más fácil la hiperactividad del animal.

BIBLIOGRAFIA

-  Abrantes, R. (2003): Manual de Comportamiento Canino. Kns Ediciones. 1ª Edición en lengua castellana.

- Manteca, J. (2003): Etología Clínica Veterinaria del Perro y del Gato. Multimédica Ediciones Veterinarias. 3ª Edición.

- Pozuelos, A. y Álvarez, R. (2007): Manual de Etología Canina. Clínica de la Conducta. Adiestramiento del Perro. Gráficas Alhambra. Granada.

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