La agresividad es una respuesta que cualquier ser vivo ofrece en situaciones que suponen una amenaza (o que son percibidas como tal) o ataque como consecuencia de un estímulo que lo desencadena (en este caso, otro perro o perra) (Signes, M.A., 2009).
La conducta agresiva es una conducta de adaptación que, directa o indirectamente, beneficia al individuo. El acto agresivo en el perro doméstico es un comportamiento que la selección natural ha premiado y por lo tanto que ha evolucionado en pro de su supervivencia y reproducción. La agresividad no sólo se basa en morder, sino también cuando el perro gruñe o enseña los dientes (Signes, M. A., 2009).
Hay que tener presente que los perros (y todas la especies) cuando toman decisiones lo hacen a tenor de una relación costos/beneficios. Si los costos son mayores que los beneficios, ese comportamiento no se llevará a cabo, si por el contrario, los beneficios son mayores que los costos, esa conducta si se llevará a cabo (Signes, M.A., 2009).
La agresión o conductas agresivas permiten al perro conseguir el control de la situación, reforzando la conducta y aumentando la probabilidad de que el perro escoja este modelo de conducta en situaciones comparables en el futuro y si es reforzada en muchas ocasiones será muy difícil de modificar ese comportamiento (Signes, M.A., 2009).
Esta conducta también se ve grandemente influenciada por el manejo antropomórfico que se hace de la mascota (Trujillo, I., 2009).
La agresión está influenciada por:
Ø La genética. Propia de cada especie y de cada individuo.
Ø Factores hormonales. Estado fisiológico de cada animal, considerando la producción de diferentes hormonas y la presencia de determinadas patologías.
Ø Estímulos ambientales. Sonidos u objetos en movimiento.
Ø Aprendizaje. La experiencia.
Ø El nivel de excitación, ansiedad o estrés en el animal (Gutiérrez, 2010).
Las causas de la agresividad se pueden dividir en 2 grandes grupos: orgánicas y no orgánicas (Peiró, D., 1998).Causas orgánicas
Hay muchos perros que se muestran agresivos con sus dueños o con otros perros porque padecen algún tipo de dolor que en ocasiones pasa desapercibido para nosotros, el simple hecho de que las personas u otros perros se le acerquen e intenten tocar la zona afectada puede ser motivo de agresividad contra estos. En la mayoría de las ocasiones serán dolores de tipo musculo esquelético, en cavidad oral, oído, etc. También es posible que una vez desaparecido este dolor, la respuesta agresiva pueda continuar, o que el dolor cause irritabilidad en el perro. Un perro enfermo con malestar general, fiebre, problemas de vejiga, o dificultad respiratoria, podrá mostrarse agresivo si se le molesta demasiado. En ocasiones, la perdida de la visión también puede provocar reacciones de este tipo (Peiró, D., 1998).
Sea como fuere, ante cualquier caso de conducta agresiva, siempre es necesario descartar que pueda provenir de un factor orgánico (Peiró, D., 1998).
La agresividad subyacente a una patología orgánica representa entre un 20 y un 25% de los casos de consulta atendidos por especialistas en comportamiento. Se debe señalar también que a veces un comportamiento agresivo de origen orgánico puede no ser el motivo exclusivo de este tipo de conducta, sino que actúe como potenciador de aquel; es decir, que aumente la intensidad de un desorden psicológico que ya padezca el perro previamente (Peiró, D., 1998).
Algunas de las causas orgánicas que cursan con manifestaciones de comportamientos agresivos son: (Peiró, D., 1998).
* Hipotiroidismo
* Hidrocefalia Congénita
* Tumores Intracraneales
* Epilepsia
* Lapsus Mental
Causas no orgánicas
La agresión puede ser:
Ofensiva (dominio social o jerárquico). Es un intento no provocado de ganar algún recurso a expensas de otro. Aparece desde los 1 a 2 años, madurez social (Gutiérrez, J., 2010).
Defensiva. Es la realizada por un individuo hacia otro percibido como instigador o amenaza (Gutiérrez, J., 2010).
Incluye:
Ø El miedo
Ø Defensa territorial
Ø Protección
Ø Irritable, dolor o frustración
Ø Parental
Predatoria. Conducta alimentaria, el hambre. Acechar a la presa, perseguirla, morderla, matarla y comérsela (Gutiérrez, J., 2010).
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